viernes, 28 de abril de 2017

Dos orejas cortó Manzanares en Sevilla

Por: Fernando Farfán

28 de abril de 2017. Plaza de Toros de Sevilla. Quinta corrida de abono. Tarde lluviosa que estuvo a punto de cancelar el festejo. Hacían el paseillo Enrique Ponce, José María Manzanares y Alberto López Simón. Corrida de Juan Pedro
Domecq seria y bien presentada con hechuras para embestir, aunque desigual en comportamiento. En líneas generales con clase, pero blanda y escasa de casta. Volvió a salir el toro de Sevilla, más armónico, sin embargo algo atacado de kilos.
Esta vez ni el magisterio de Enrique Ponce pudo hacer que los dos toros de su lote embistieran. Fueron los dos peores del encierro. Su primero un inválido descastado y su segundo otro descastado y sin clase. Al primero lo recibió a la verónica ganándole terreno aprovechando su buena condición. Lo cuidó en el caballo dosficando mucho el castigo. En la muleta dobla las manos y sale con la cara alta. Así se hace imposible. Cómo imposible también fue su segundo, un manso con nula entrega y humillación.
José María Manzanares paseó dos apéndices. Uno de cada toro. Mérito a sus faenas y a la rotundidad de su espada. Magistral en la suerte de recibir al primero y volapié al segundo. Gran trabajo de su cuadrilla. A su primero se le hicieron bien las cosas. Tuvo una muy buena lidia y tomó una buena vara en la segunda entrada. En la muleta ligó los derechazos. Fueron series cortas rematadas con el de pecho al hombro contrario, despacio y describiendo un semi círculo. Por el izquierdo se ciñe y se queda corto. Sin romper a bueno el toro fue a más. A su segundo lo templó y le corrió bien la mano dándole tiempo y distancia al toro. Toreo caro con la izquierda y los de pecho enormes. Faena de mucho gusto y despaciosidad. El toro con clase, pero sin motor.
Alberto López Simón apostó por dejar crudo a sus dos toros en el caballo. Su primero que no necesitaba mucho castigo recibió sólo dos picotazos. Este tuvo buen tranco y se deslizó con suavidad en el capote del madrileño. Toro boyante y con clase, pero también le faltó motor. Muy asentado López Simón sin encimar, toreando relajado y sin exigirle al toro. Su segundo fue lo contrario, tuvo casta pero no clase. Al quedar crudo en el caballo apretó en banderillas y llegó con pies a la muleta. El toro tuvo emoción, fue fijo y embistió con prontitud. López Simón sólo aprovechó la inercia de las embestidas del toro sin ningún mando. Aquí descaró su toreo burdo y efectista que Sevilla no tragó. Mató de una entera en los medios.

Foto: Arjona

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