domingo, 24 de noviembre de 2019

En Lima… Pinceladas de Pablo Aguado en tarde sombría

Por: Fernando Farfán


El cartel de la cuarta de abono anunciaba dos toreros muy del gusto de Acho. El nacional Joaquín Galdós y el español Pablo Aguado, que hizo el paseillo desmonterado. Completaba la terna el torero de dinastía Cayetano Rivera. Ciertamente el cartel merecía mayor afluencia de público. Los aficionados que se dieron cita llenaron el coso bajopontino en un poco más de media plaza.

El desastre ganadero en el que está inmersa la Feria del Señor de los Milagros está espantando al aficionado y no les falta razón. Hoy no fue la excepción y se volvieron a lidiar reses sin el trapío para una plaza de primera, todo con la anuencia de un juez que volvió a ser protagonista por su nula autoridad y poca vergüenza.

La pizarra daba cuenta de tres toros de Santa Rosa de Lima lidiados en primer, segundo y tercer orden. Los otros tres con los hierros de La Viña y El Olivar.

El primero impresentable por anovillado no hizo esperar la bronca del respetable. No tuvo intención el juez de sacar el pañuelo verde, pero la cojera del animal lo obligó a devolverlo a los corrales. El sobrero de El Olivar no tenía más trapío que el titular. Otra vez se desató la bronca y aunque dobló las manos se continuó con la lidia. El segundo tuvo edad, pero para una plaza como Acho eso no basta. De pitón a rabo todo es toro. Este fue gacho y bizco del izquierdo con las puntas romas. Astas impropias para una plaza de primera. Los restantes nada que objetar. Bien presentado estuvo el tercero y que no se diga que Lima no sabe ver toros, porqué supo ver y aplaudió de salida el trapío del cuarto. Un toro con toda la seriedad que se pide, bien hecho y ofensivo por delante. Bien presentados también estuvieron el quinto y el sexto. Éste último con menos remate, pero se tapaba mucho por la cara. Los tres de Aníbal Vásquez fueron los que no quisieron ver los matadores de la segunda tarde.

En conjunto una corrida sombría con toros bajos de casta, salvo el cuarto que fue desaprovechado por su matador.

Cayetano Rivera: Silencio en su primero. Pincha dos veces y deja una buena estocada. Pitos en su segundo. Pincha y deja una entera desprendida.

Joaquín Galdós: Palmas en su primero tras estoconazo. Silencio en su segundo después de una estocada honda tendida.

Pablo Aguado: Silencio en su primero. Pincha y bajonazo trasero. Silencio en su segundo después de una media estocada.

Pablo Aguado confirmó alternativa de manos de Cayetano Rivera.

Destacó Iván García con las banderillas y en la brega.

Si Lima fue alguna vez la Sevilla de América los silencios de Acho hoy nos lo hicieron recordar. Público sensible, ávido de ver torear bien y respetuoso cuando las cosas se hacen con propiedad. No faltando nunca desadaptados que por pagar una entrada se sienten con derecho a vociferar y lanzar improperios.

Lima quiso ver a Pablo Aguado y Pablo Aguado quiso que Lima lo vea. El sevillano estuvo como en casa haciendo por momentos el toreo que tanto siente. Dejó pinceladas de su buen quehacer en sus dos toros. Por eso de la confirmación mató al primero y al sexto.

El primero fue devuelto teniendo que matar al primer sobrero. Su faena estuvo condicionada por la poca fuerza del toro. Toreó con temple y naturalidad acompañando las nobles y dóciles embestidas del astado del El Olivar. No hubo mando, pero sí destiló clasicismo. Sobre el final los ayudados por alto son torerísimos.

El sexto trasmitió muy poco. Lo lanceó bien a la verónica. La muleta a media altura por la escasa humillación del toro cuya mayor virtud fue la fijeza. Un calamocheo incomodo desluce los muletazos. Por el izquierdo se queda corto el burel teniendo que aguantar. Los toreros de arte también tienen valor. Las dos últimas tandas por el derecho son realmente buenas. Con qué gusto torea Aguado y qué relajado.

Cayetano Rivera no pasó de las ganas de agradar. Torero con personalidad, pero con muchas limitaciones. Mató al segundo y al cuarto.

El segundo no tenía un pase, protesta y sale suelto. Cantó su mansedumbre y se rajó pronto. Sin opciones para su matador.

El cuarto fue el bueno de la corrida, pero que mala suerte tuvo en el sorteo. Había toro, más no torero. Fue exigente el de El Olivar y no regaló ninguna embestida. El inicio por bajos arrastrando la muleta hizo abrigar esperanzas, pero eso fue todo. No hubo más. Lo que siguió fue una seguidilla de pases sin sentido y sin ninguna razón de ser.

Joaquín Galdós estuvo dispuesto, pero sin toro. Como dueño de casa no iba a dejarse ganar la pelea. Mató al tercero y al quinto.

El tercero duró muy poco. Toreó templado y por el derecho le deja el engaño en la cara para poder ligar. Engancha adelante, tira del toro y lo lleva largo. Tiene mando Joaquín y buen trazo su muletazo. Por el izquierdo el de Santa Rosa no tiene recorrido. Cuando vuelve a la derecha ya no había toro. Los doblones finales marca de la casa son de cartel. En su tauromaquia no caben bernardinas ni otros pases tan de moda.

Su segundo fue un manso con peligro sordo. De salida venía vencido por el derecho. Se lo acusó en la primera tanda con la muleta. Lo cambió de terrenos Joaquín, pero no corrige el toro. Es probón y no se confía el torero. Abrevió.

Foto: José Carlos Arata.

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