jueves, 24 de agosto de 2017

Clasicismo, pureza y clase en una buena corrida de Victorino

Por: Fernando Farfán

23 de agosto de 2017. Plaza de Toros de Bilbao. Quinta de las Corridas Generales. Buena corrida de Victorino Martín en la que el clasismo lo puso Diego Urdiales, la pureza Paco Ureña y la clase Manuel Escribano. Los grises serios, en el tipo de la casa y muy igualados. No salió el toro de bandera que siempre se espera, pero sí la alimaña, uno con gran clase y otros tres en el limbo entre la bravura y la mansedumbre muy interesantes. Hubo también un sexto devuelto por inválido. El sobrero fue de Salvador Domecq.

Diego Urdiales en su feudo volvía matar una de Victorino. Torero de corte clásico y andares con torería en el ruedo que hoy se las vio con la alimaña que abrió plaza. Toreo sobre las piernas y macheteo por bajos del riojano con un toro tobillero muy despierto que se vuelve pronto y rebaña. Hábil con la espada lo despachó pronto. Su segundo le permitió estar bien con el capote. El toro pasa y coloca cara. En la muleta le perdió pasos y con muletazos de uno en uno lo fue metiendo en la muleta. Los naturales fueron templados rematados atrás y buena también una serie por la derecha. Urdiales le pudo a un toro que le costó humillar y se rajó al final. Aquí tocó pelo después de pinchar en mal sitio y dejar una entera contraria.

Manuel Escribano se reinventó. Pundonoroso y entregado como siempre, pero con una clase y sutileza poco vista. Lucido fue el tercio de banderillas a su primero que la toma bien, pero tiene feo final. Mano baja de Escribano con un toro que fue mejor por el izquierdo. Le faltó casta al toro. El que hizo quinto de gran clase y suavidad en sus embestidas. Un toro para soñar al que Escribano entendió bien. El recibo fue a portagayola y otra vez se lució con los palos. Con la muleta hubo dos buenas tandas por el derecho con mucha ligazón y con la espada soberbio. Faena importante a la que le faltó rotundudad. Matías concedió la primera oreja que es del público y optó por no dar la segunda.

Paco Ureña se mantiene siempre fiel a su concepto y manera de sentir el toreo. Se expresó así con el tercero. El toro acusó debilidad desde que salió y cierta clase que le permitió estirarse a la verónica. Su embestida irregular producto de la poca fuerza no permitió una mejor faena, pero al natural dejó la impronta de su toreo. Un estoconazo le valió una oreja. No tuvo más. El último fue el devuelto y el sobrero no le dio opciones. Firme y por encima de un toro que echó siempre las manos por delante y embistió rebrincado.

Foto: Arjona

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