Por Fernando Farfán
Octava del abono sevillano. Tarde de no hay billetes y de máxima expectación para ver a Enrique Ponce, José María Manzanares y Andrés Roca Rey. Si hay tardes que hacen
afición, hay otras que la espantan y la de hoy fue una de
ellas. Corrida bien presentada, pero mansa, descastada y débil de manos al extremo la de Juan Pedro Domecq. Animales en las antípodas de lo que debe ser un toro de lidia con poder, casta y bravura, siendo el primero, manso, sin fuerzas y de embestida defensiva; el segundo, manso, justo de fuerzas y sin clase; el tercero, inválido, sin clase, soso y sin transmisión; el cuarto, invalido devuelto a los corrales; el cuarto (bis), descastado sin transmisión, ni movilidad; el quinto, bravo con complicaciones y el sexto, descastado, justo de fuerzas y sin recorrido. Queda claro que si no hay toro no hay nada, y así las opciones de los toreros son nulas. Aunque todos saludaron ovación fue más por la benevolencia de un público ávido de triunfo.
Enrique Ponce: Entera atravesada, oreja. Entera desprendida, ovación.
José María Manzanares: Estoconazo, ovación. Media estocada, ovación.
Andrés Roca Rey: Estocada entera, ovación. Pinchazo, estocada entera, y vuelta al ruedo.
Enrique Ponce, siempre en maestro, a su primero un toro que se sostenía entre algodones, lo trató con mimos y extremo cuidado haciendo labores de enfermero. La maestría de Ponce no está en duda, pero la faena no tuvo emoción. Ponce le recetó muletazos templados, dándole el tiempo justo entre tanda y tanda, pero sin exigirle. El toro tuvo buena condición, pero la falta de fuerza hizo que sus embestidas sean defensivas, aun así fue agradecido al buen trato que Ponce le dio.
Con su segundo lo intentó en todas las distancias, pero fue imposible, el toro no tenía un pase.
ellas. Corrida bien presentada, pero mansa, descastada y débil de manos al extremo la de Juan Pedro Domecq. Animales en las antípodas de lo que debe ser un toro de lidia con poder, casta y bravura, siendo el primero, manso, sin fuerzas y de embestida defensiva; el segundo, manso, justo de fuerzas y sin clase; el tercero, inválido, sin clase, soso y sin transmisión; el cuarto, invalido devuelto a los corrales; el cuarto (bis), descastado sin transmisión, ni movilidad; el quinto, bravo con complicaciones y el sexto, descastado, justo de fuerzas y sin recorrido. Queda claro que si no hay toro no hay nada, y así las opciones de los toreros son nulas. Aunque todos saludaron ovación fue más por la benevolencia de un público ávido de triunfo.
Torerísimo doblón de Enrique Ponce |
Enrique Ponce: Entera atravesada, oreja. Entera desprendida, ovación.
José María Manzanares: Estoconazo, ovación. Media estocada, ovación.
Andrés Roca Rey: Estocada entera, ovación. Pinchazo, estocada entera, y vuelta al ruedo.
Enrique Ponce, siempre en maestro, a su primero un toro que se sostenía entre algodones, lo trató con mimos y extremo cuidado haciendo labores de enfermero. La maestría de Ponce no está en duda, pero la faena no tuvo emoción. Ponce le recetó muletazos templados, dándole el tiempo justo entre tanda y tanda, pero sin exigirle. El toro tuvo buena condición, pero la falta de fuerza hizo que sus embestidas sean defensivas, aun así fue agradecido al buen trato que Ponce le dio.
Con su segundo lo intentó en todas las distancias, pero fue imposible, el toro no tenía un pase.
José María Manzanares estuvo solvente con su primero al que fue haciendo de a pocos. El toro embiste sin clase y sin emoción. También hizo de enfermero, le dio tiempo, distancia, pero el toro no tenía la buena condición del primero.
Su segundo fue de menos a más, pero aquí Manzanares fue de más a menos. Toro bravo y encastado, con complicaciones. No se rebosa el toro en la muleta y se revuelve pronto. Había que poderle y Manzanares simplemente no estuvo a la altura.
Andrés Roca Rey necesita por lo menos un toro que se mueva y fue lo que no tuvo en la tarde de su estreno en Sevilla. A su primero lo templó a media altura, pero sin poder ligar los muletazos. Poco o nada se puede hacer con un inválido.
Con su segundo muy por encima. Toro que tuvo movilidad al comienzo, pero que no duró nada en la muleta. Faena inteligente del peruano que aprovechó las pocas medias embestidas del toro. Sevilla quería verlo y Roca Rey no estaba dispuesto a irse de vacío. El arrimón final le costó un susto. El toro lo empaló sin consecuencias. Ganas de agradar y La Maestranza se lo agradeció.
Foto: El Mundo
LO MEJOR QUE SE PUEDE CONCLUIR ES QUE LA PLAZA SE LLENÓ...EN ESTOS TIEMPOS EN QUE LA FIESTA RECIBE ATAQUES ARTEROS Y SIN PESO ESPECÍFICO DE GRUPOS QUE SE DICEN "DEFENSORES DE LOS ANIMALES" ES MUY IMPORTANTE QUE EL PÚBLICO ASISTA A LAS CORRIDAS...ESTA VEZ, EL RESULTADO ARTISTICO NO HA SIDO EL MEJOR, PERO LA PRESENCIA DEL PUEBLO EN LOS TENDIDOS ES UN SOPORTE FUNDAMENTAL A ESTE BELLO ESPECTÁCULO QUE ES LA FIESTA TAURINA...!!!
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