Por: Fernando Farfán
El remiendo de última hora de la ganadería anunciada, propiedad suya, con tres toros de otro hierro, por una supuesta falta de movilidad, deja serias dudas por decir lo menos. Pero lo que queda claro es que quién ejerce el cargo de Juez de Plaza es un simple monigote de la empresa. Darle el visto bueno a una corrida para después ser él mismo quien devuelva algún toro a los corrales por falta de tapío es una contradicción más grande que su falta de autoridad. Los gritos de "estafa" del respetable en los tendidos son totalmente entendibles. ¿Qué dirán ahora los defensores del engaño y la mentira? Esos que todo lo pasan por agua tibia y solapan, sin olvidar a los que guardan silencio cómplice. Sinverguenzas cuya felonía queda manifestada en las palabras que pronuncian y en las que callan. Corridas como la de ayer matan la afición y auyentan al público de las plazas. ¡Señores, se están cargando la fiesta!
Foto: Peña taurina Lima de Octubre
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