lunes, 31 de julio de 2017

La Feria del Aficionado Práctico y el toreo aficionado en el Perú

Por: Raúl Aramburú Tizón

Siempre creí erróneamente que la figura del torero aficionado era un patrimonio exclusivamente peruano. Estaba equivocado, felizmente, y de recordármelo se encargaron esos grandes aficionados prácticos que encontré en Mexico en primer lugar y, luego más

tarde, en Ecuador. 


Si bien es cierto que los aficionados prácticos del Perú han tenido un papel preponderante e importantísimo, casi sustancial, en el desarrollo de la afición taurina peruana aproximadamente de un siglo a estas fechas, vine a descubrir hace algunos años que existía un esfuerzo titánico que se llama Feria del Aficionado Práctico y que se lleva a cabo inexorablemente cada año por setiembre y octubre en Tambo Mulaló (Quito), y que además reúne a lo más graneado y entrañable de la afición ecuatoriana.



Supe de la FAP por primera vez de boca de mi hijo mayor allá por mediados del 2009. Me dijo Raúl que en los días subsiguientes haría un viaje al Ecuador a raíz de una invitación que había recibido – a través de su íntimo amigo José Ignacio Bullard – para participar en un evento de ese nombre. Había que lidiar y estoquear uno – o dos, si fuera el caso de clasificar a una gran final – novillos de pura casta en una coqueta placita cerca de Quito rodeada de una exquisita pléyade de aficionados conocedores y en extremo hospitalarios – la cordialidad del ecuatoriano una vez más sobre la palestra – que hacían del requerimiento, obviamente, de forzada aceptación. A decir verdad, no todos los días se puede tener la oportunidad de dar rienda suelta a una afición tan apasionante, en un marco incomparable, y rodeado de la majestuosidad de la sierra ecuatoriana acompañada de grandes aficionados. Miel sobre hojuelas.


Con la noticia, que despertó no sólo mi beneplácito sino mi curiosidad, se despertó en mí una nueva oleada de optimismo en lo que se refiere al sustento futuro de nuestra fiesta en los diferentes países que exhiben con orgullo su afición a la fiesta brava. Y coincidentemente recordé con claridad lo importante que ha sido, y será sin duda alguna, la figura del aficionado práctico en el fortalecimiento y protección de este importante ingrediente del acervo cultural de nuestros pueblos.


En mi patria ha sido así sin duda. Desde hace muchas décadas – principios del siglo XX para ser preciso – cuando la fiesta taurina languidecía en la capital de un país centralizado por excelencia (aunque la afición provinciana sembraba sus primeros pasos para luego ser soporte principal del auge que ocurriría poco tiempo después), surgieron movimientos de aficionados que se atrevían a cruzar esa línea imaginaria que separa al aficionado de tendido del participante activo. Hubieron hitos importantes como por ejemplo la creación del Centro Taurino de Lima, cenáculo de los aficionados prácticos de cuatro generaciones atrás – estamos situando el relato en los albores del siglo pasado – que dieron suelta a su desbordante afición bajando del tendido al ruedo aunque sólo en festivales privados, los mismos que llevaban a cabo en una placita de su propiedad ubicada en el centro de la ciudad. La semilla estaba sembrada. 


La recogió, años y una generación después, el Tentadero de la Legua bajo la sombra de sus fundadores: Fulvio Da Fieno, patriarca y mentor; José Antonio Tuco Roca Rey, antecesor directo del actual Andrés (triunfador en los ruedos del mundo); Raúl y Enrique Aramburú Raygada, que además de prolíficos aficionados prácticos fueron periodistas taurinos de gran influencia; Fernando Graña, más tarde conspicuo ganadero de Huando, y Gabriel Tizón Ferreyros, padre del actual matador peruano del mismo nombre. Ellos fueron, con su enorme afición y su empeño por preservar nuestras bellas costumbres, el punto de quiebre en la consolidación del desarrollo de la afición peruana. En la plaza que construyeron a media agua entre Lima y El Callao (el famoso Tentadero), surgieron los más importantes hitos de la fiesta en el Perú: saltaron a la palestra Ruy da Cámara y Conchita Cintrón, se creó la Feria del Señor de los Milagros, se llevó a cabo la remodelación de la Plaza de Acho (que acaba de cumplir un cuarto de siglo), y, entre otros logros, se creó Huando, ganadería fundacional de la cabaña brava peruana actual. Sus integrantes recorrieron toreando toda la geografía peruana y en Acho, por supuesto, muchas veces. Y de su ejemplo surgieron muchísimos aficionados de la época que los emularon.


Cogimos el testigo nosotros, los de mi generación, y nació la ATA (Asociación de Toreros Aficionados, producto de la unión de diversas peñas – la de San Isidro, la del 15, la de Santa María – cuyos miembros, siguiendo la tradición, torearon mucho y en múltiples lugares). Rafael Puga, uno de sus fundadores, se hizo después profesional y fue el primer matador de toros peruano en ganar el premio máximo de la feria de Lima en 1973.
Y a nosotros nos han sucedido nuestros hijos – cuarta generación – que han multiplicado nuestros ejemplos y hoy podemos decir, con orgullo, que nunca antes hubieron tantos aficionados prácticos en el Perú con las múltiples incorporaciones a la actividad, y, hay que señalarlo, gracias a la constancia y empeño de José Ignacio Bullard que ha logrado con tesón volver a potenciar y activar a la ATA y sus sueños de siempre.


Son ellos los que han representado con éxito al Perú en esa maravilla de feria que organizan, año a año (y contando), nuestros hermanos ecuatorianos en el acogedor ambiente de Tambo Mulaló (y me incluyo pues el colofón de mi vida de aficionado práctico, lo diré siempre, ha sido la FAP donde he estado en el ruedo y en el tendido, y ha sido una de las más gratas experiencias de mi vida).


En Tambo Mulaló, y a lo largo de diez años continuos, han toreado decenas de aficionados del Perú. No voy a nombrarlos pues seguro que dejaría a alguien en el tintero, pero si puedo afirmar, sin duda alguna, que cada año son más y hay más entusiasmo para formar parte de la delegación peruana.

La Feria del Aficionado Práctico de Tambo Mulaló cumple este 2017 diez años desde su implementación. Iremos, que duda cabe, muchos peruanos a celebrarlo. El esfuerzo y el entusiasmo de sus organizadores – y su cariñosa hospitalidad – se lo merece con creces.
Muchas gracias amigos del Ecuador. Muchísimas gracias de parte de los aficionados peruanos por reavivar nuestros sueños en la plenitud del cariño inmenso que nos prodigan.
De corazón, ¡feliz aniversario!.

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