Una muy pobre entrada registró la última de la Feria de
Julio en Valencia para ver el mano a mano entre Rafael Rubio “Rafaelillo” y
Manuel Escribano con los legendarios Miuras, que
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Rafaelillo al natural |
en la semana se habían
mostrado fieros en el desencajonamiento público.
Corrida mal presentada por desigual la del hierro Sevillano, con un segundo de escaso trapío
protestado de salida y un tercero muy justo, pero la tarde fue más que entretenida, porque
los Miura tuvieron calidad y emoción, y los de a pie no se guardaron nada.
Dicen que clásico es lo que no se puede hacer mejor y así estuvo hoy "Rafaelillo" en el coso de la calle Játiva. Clásico, enorme, sublime, eterno, excelso, son adjetivos
que bien pueden describir la actuación del
murciano, que hoy estuvo en torero toda la tarde y toreó al natural como pocos
lo han hecho en lo que va de la temporada. Con el que abría la tarde se mostró con oficio,
el toro tiene buena condición y emoción en su embestida. Con el capote se gustó
lanceando a pies juntos y con la muleta muy firme. El toro que embiste con
calidad, pero que no regala nada, se traga los dos primeros muletazos de la
serie, pero no así el tercero. Un mirón con peligro que desarrolló sentido fue el
primero de la tarde. Faena larga de entrega, dominio y valor. Su segundo, justo
de presentación, tuvo un gran pitón izquierdo. En el caballo es pronto y se
arranca de largo al galope. En la muleta humilla y embiste con gran calidad. La
primera tanda es de tanteo con la derecha, rematada con un soberbio cambio de
mano por bajo. Faena de mano baja y temple. Naturales de enjundia a un bravo y noble Miura que por el derecho se
quedaba corto. Estocada de buena ejecución y oreja que pudieron ser dos si el
toro no demora en caer. Con el último de su lote estuvo antológico, conjunción perfecta
entre toro y torero, de salida lo recibe con dos largas cambiadas de rodillas,
el toro repite en el capote y remata la serie con una media de lujo. Bien
picado este quinto y al quite el sobresaliente por delantales. Derechazos de
rodillas en el inicio de faena y puesto
de pie derroche de torería en el cambio de mano. Lo que siguió fue un compendio
de buen torear, desmayo, temple y suavidad. Con la izquierda toreo del bueno, para
destacar dos naturales que quedaran en el recuerdo, citando dando el medio
pecho, llevando al burel, largo, templado y rematándolo atrás. Se escribe fácil, pero
todo esto a uno de Miura. Otra faena de dos orejas malograda con la espada.
Manuel Escribano tuvo menos suerte con su lote. Su primero de escaso trapío fue
protestado de salida y el juez no encontró mejor pretexto el que doblara las manos
en el caballo para devolverlo a los corrales. El segundo (bis) fue un sobrero
de El Ventorrillo que fue a menos, galopó en banderillas, pero transmitió muy
poco en la muleta. Un medio toro al que las figuras hacen embestir, pero que Escribano
no le encontró el sitio. El cuarto de la tarde embiste con la cara a media
altura, un manso reservón sin ninguna transmisión que no se empleó nunca. El que cerraba la feria fue
un toro feo, alto y largo que tampoco se empleó de salida, noblote el de Zahariche que embiste
sin ton ni son y llegó sin gas a la muleta. No se quiso quedar atrás el de
Gerena y se pegó el arrimón librando la cornada después de ser prendido tras un
desplante. Vuelve Escribano a la cara del toro y le receta una gran estocada.
Oreja, premio a la casta torera.
Foto: Cultoro