Por: Fernando Farfán
26 de mayo de 2017. Plaza de Toros de Madrid. Decimosexta corridad feria. Tarde de puerta grande que no fue por la espada. Un toro de bandera fue el segundo de Jandilla. Negro de capa con 527 kilos y la seriedad que le
daban sus cinco años. De salida fue con bríos al capote de Sebastián Castella quien encaminó a la verónica sus impetuosas embestidas. Lo vio claro el francés que lo hizo lucir en el caballo dejándolo largo. Palmas al toro que se arrancó las dos veces con alegria metiendo la cara abajo y en banderillas galopó acudiendo con nobleza. Toro para brindar y ponerse a torear, y eso fue lo que hizo Castella. Inicio en los medios con cambiados por la espalda y uno del desdén para rematar. Hay emoción. El toro es fijo, pronto, repetidor y embiste de largo y por abajo. Los muletazos son interminables, y los cambiados de mano que rematan las series ponen de pie a toda una plaza que hoy estuvo a la altura. Faena en los medios a un toro que fue a más y no se cansó de embestir y un torero que no se cansó de torear. Un toro de bandera que se hizo merecedor de la vuelta al ruedo y que en cualquier otra plaza hubiera visto caer el pañuelo naranja. Castella tuvo el mérito de cuajar un toro que no era fácil. Faena de dos orejas que no rubricó con la espada. La media estocada de efecto lento le permitió sólo cortar una.
daban sus cinco años. De salida fue con bríos al capote de Sebastián Castella quien encaminó a la verónica sus impetuosas embestidas. Lo vio claro el francés que lo hizo lucir en el caballo dejándolo largo. Palmas al toro que se arrancó las dos veces con alegria metiendo la cara abajo y en banderillas galopó acudiendo con nobleza. Toro para brindar y ponerse a torear, y eso fue lo que hizo Castella. Inicio en los medios con cambiados por la espalda y uno del desdén para rematar. Hay emoción. El toro es fijo, pronto, repetidor y embiste de largo y por abajo. Los muletazos son interminables, y los cambiados de mano que rematan las series ponen de pie a toda una plaza que hoy estuvo a la altura. Faena en los medios a un toro que fue a más y no se cansó de embestir y un torero que no se cansó de torear. Un toro de bandera que se hizo merecedor de la vuelta al ruedo y que en cualquier otra plaza hubiera visto caer el pañuelo naranja. Castella tuvo el mérito de cuajar un toro que no era fácil. Faena de dos orejas que no rubricó con la espada. La media estocada de efecto lento le permitió sólo cortar una.
El tercero de la tarde, que salió con el otro hierro de la casa fue otro gran toro. El de Vegahermosa fue menos encastado que el segundo, pero con más clase. Siempre fue a más queriendo coger los vuelos. Faena intermitente de López Simón que ha caído en un bache preocupante y hoy un toro de triunfo se fue con las orejas puestas.
Hubo en la tarde otros dos toros interesantes por las complicaciones que mostraron. Dos toros con genio fueron el quinto (bis) y el sexto. El quinto fue devuelto por débil y salió un sobrero de Salvador Domecq. Toro que echó las manos por delante y arrastraba los cuartos traseros. Aun con ese defecto fue a más en banderillas, pero en la muleta embiste sin ritmo y se defiende. Por encima el francés y en plan lidiador con un manso con peligro que lo obliga a perder pasos por pegajoso. El sexto con más genio que casta fue exigente, había que poderle. López Simón simplemente estuvo la deriva con este toro.
Francisco Rivera "Paquirri" que se despedía de Madrid pasó sin pena ni gloria. Con el primero dijo tan poco como el toro que ciertamente fue malo. Nula transmisión por ambos lados. La historia repitió con el cuarto.
Foto: Plaza de Toros de Las Ventas
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