Por: Fernando Farfán
07 de mayo de 2017. Plaza de Toros de Sevilla. Decimotercera y última corrida de abono. Después de 175 años sigue viva la leyenda. Tres buenos toros echó la legendaria ganadería sevillana en la corrida que cerraba la
feria. El cuarto un cardeno precioso muy en el tipo de la casa. Listo y despierto que sabía lo que dejaba atrás y al que había que poderle. Quinto y sexto nobles con clase con mucho que torear. Ambos para ser desorejados. La terna sevillana conformada por Antonio Nazaré, Pepe Moral y Esaú Fernández tan dispuesta como inexperta pagó tributo a esto último.
Con todo eso Pepe Moral, torero de muy buen concepto, le cortó sendas orejas a los toros que sorteó. Se demoró en encontrarle el sitio al segundo. Un toro medio que había que perderle pasos. Cuando lo hizo consiguió buenos muletazos. Buena estocada. Con el quinto, el mejor de la corrida, un toro para bordarlo, noble y con la embestida templada se gustó. Tomó confianza y cuando se olvidó que lo que tenía al frente era un Miura lo toreó bien por ambos lados. Mejor por el izquierdo donde dibujó tres naturales inmensos. La Maestranza lo quiso sacar por la del príncipe, pero la espada se fue a los bajos y la jueza hizo bien en no conceder las dos orejas.
Antonio Nazaré tuvo dos. El primero no sirvió. Un invadido vacío de todo y el cuarto que fue el más Miura de todos al que había que poderle. Toro con peligro Peleó en varas donde se arrancó de lejos. En la muleta tomaba dos y al tercero iba por el torero. Mejor cuando se le sacó los pases de uno en uno.
Esaú Fernández fue el que menos puesto estuvo. Con su primero se llevó una fuerte golpiza cuando lo fue a recibir a porta gayola. Tuvo suerte al no llevarse una cornada. Pasó a la enfermería y salió para el tercio de muleta. Nada que contar porque el toro se dañó una mano. Con el buen sexto que cerraba la feria acusó falta de oficio y la faena no cogió vuelo.
Foto: Plaza de Toros de Sevilla
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