sábado, 6 de junio de 2015

En tarde de no hay billetes y mucho viento firmeza de Abellán y raza de Fandiño

Tarde de no hay billetes la octava de San Isidro para ver a tres toreros que ya saben lo que es triunfar en Madrid. La de hoy no fue una tarde de triunfo ni mucho menos, por el deslucido juego de los de Parladé, bien presentados pero justos de casta y desiguales en comportamiento y el excesivo viento reinante en la plaza.

No pudo estar más firme Miguel Abellán con el primero de la tarde, al que recibió a Portagayola y brindó al médico de la plaza. El toro pega gañafones y sale suelto del muletazo. Abellán se cruza al pitón contrario arrancando naturales de uno en uno. Estocada entera y oreja que sabe a mucho. Su segundo salió con bríos, al que recibe también a Portagayola. El toro embiste con emoción y los lances son a pies juntos los que remata con una larga cambiada rodilla en tierra. El toro es fijo, pronto y galopa, pero lleva la cara a media altura. La primera tanda con la muleta es templada, enganchando adelante los muletazos, los que protesta por el izquierdo. No termina de acoplarse Abellán y la faena no rompe ante un toro que llevaba peligro.


Miguel Ángel Perera no tuvo opciones con su lote. Su primero humilló de salida y empujó bien en el caballo con la cara abajo. El toro es fijo, pero embiste sin clase y por el izquierdo protesta los muletazos. Lo intenta Perera por el derecho templando y bajando la mano, el toro lo obliga a perder pasos y las tandas son cortas. Por encima Perera de su oponente al que despacha de una estocada entera, pero desprendida. Su segundo nunca humilló, llevó siempre la cara alta. La labor con el capote fue imposible debido al viento. El toro se mueve, pero sin transmitir, lo intenta Perera por uno y otro lado, pero la faena no cala. La espada se le fue a los bajos.

Iván Fandiño, al igual que Abellán, a sus dos toros los fue a recibir a la puerta de chiqueros. Con su primero todo quedó en entrega, el toro de salida echa las manos por delante, embiste sin gracia, sale distraído de los engaños, es soso y no transmite. Con su segundo volvió a ser el Fandiño de sus inicios, torero enrrazado y valeroso. El último de Parladé, serio por delante como él solo, tampoco humilló, pero tiene fijeza, prontitud y embiste con emoción. Fandiño se lo pasa por la espalda en su inicio de faena. Cita sin aliviarse, se ciñe y manda en la embestida. Torea con profundidad y hondura. Duró poco el toro y Bernardinas ajustadas para rematar la faena. El toro lo prende sin consecuencias en el primer intento con la espada. Se reincorpora y mata de una entera en buen sitio. Faena de oreja que el juez no concedió.

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