sábado, 6 de junio de 2015

Baja de casta, complicada y deslucida corrida de Cuadri

Se esperaba mucho más de la corrida de Cuadri en la vigesimosexta de la Feria de San Isidro. Toros impecablemente presentados, pero que llevaban muy poco o casi nada dentro. Bajos de casta, complicados y deslucidos en su comportamiento y tres toreros con oficio, dos de ellos muy entregados, que les plantaron cara.

Luis Miguel Encabo recibió muy bien a su primero lanceando a la Verónica y ganándole terreno. El toro embiste con emoción lo que hacía presagiar una buena tarde. En el caballo empuja con fuerza y aprieta en banderillas. En la muleta no duró nada, Encabo inició por bajos, pero llegó sin gas a la muleta, fue soso y sin transmisión. Justo de casta este primero, lo intento Encabo en la corta distancia, pero fue imposible. Su segundo fue un manso encastado con sus complicaciones, pero con emoción. Embistió con fiereza al capote y en el caballo metió los riñones en la primera entrada recibiendo un excesivo castigo. La corrida en general fue muy mal picada. Difícil en banderillas como todos los de Cuadri, pero aquí Ángel Otero se lució en el primer par. La cara siempre alta, pero transmite mucho el toro. No se acopla Encabo en la primera tanda, sacándose el toro para afuera, son mejores las dos siguientes donde liga los muletazos. Hubo más toro que torero, lo vio así Madrid y lo aplaudió en el arrastre.

Fernando Robleño estuvo en torero toda la tarde. Su primero fue un toro también complicado, reservón de salida y que echaba las manos por delante. En la muleta tomaba bien el engaño, pero salía con la cara alta, va mejor por izquierdo y Robleño le saca los muletazos de uno en uno. Firme y asentado el torero poniendo lo que no tenía el toro. Su segundo escaso de casta, derribó al caballo en la primera entrada y apretó mucho en banderillas. El toro protesta en la muleta, la toma pero se descompone al final pegando tornillazos. Otra vez firme Robleño tirando de valor y técnica con un toro que no valía nada.

El tercero de la tarde reservón, sin entregarse y con la cara alta como toda la corrida. En la primera seria con la muleta Aguilar le dio el medio pecho, tiró del toro y mandó en la embestida, no hubo más y el toro se vino a menos. Dos pinchazos y el toro se echó. Su segundo no tuvo vida, manso y sin trasmisión. Lo brindó Aguilar, porfió con él, pero el toro no tiene un pase. No fue la de Cuadri, para otra vez será.

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