sábado, 6 de junio de 2015

Reposo y naturalidad de Talavante en una infumable corrida de El Ventorrillo

En tarde de fútbol el público se decantó por los toros y llenó la plaza. La sexta de San Isidro lució un casi lleno en los tendidos para ver a Juan José Padilla, Manuel Jesús «El Cid» y Alejandro Talavante. Lástima que las expectativas no fueron satisfechas por el pésimo juego de los toros de El Ventorrillo. El primero de la tarde es frío de salida, va con la cara abajo, pero sin celo. «El Cid» va al quite y replica Padilla pero sin mayor lucimiento. Lo intenta éste con la muleta, después de un tercio discreto de banderillas, pero el toro está escaso de todo, no tiene casta ni fuerza, es soso y sin transmisión. Con su segundo parecía que la historia sería distinta, lo recibe con una larga cambiada de rodillas y lo lleva al caballo por Chicuelinas, el toro humilla y galopa en banderillas. Lo ve claro Padilla y empieza su faena muleteril citando en el centro de rodillas. No se ciñe «El Ciclón» y los muletazos no dicen nada, amén de la falta de fondo del toro que se vino a menos.


No tuvo mejor suerte Manuel Jesús «El Cid». Su primero, que sangró mucho después de recibir dos puyazos traseros, fue un toro descastado, manso, sin clase y sin fuerza. A su segundo, un manso que tampoco tuvo clase, pero sí movilidad, «El Cid» lo cita de lejos, lo intenta tímidamente por ambos pitones, pero el toro protesta el muletazo y sale con la cara a media altura. Una tarde más que el de Salteras se va de vacío.

Lo único para rescatar del festejo estuvo en las manos de Alejandro Talavante. A su primero, que estuvo justo de fuerzas, lo recibe con delicados lances a pies juntos, el toro sale suelto del capote y del caballo, pero tuvo la virtud de humillar. El toro va a más y embiste con alegría, se lucen en banderillas Julio López y Juan José Trujillo que es obligado a salir al tercio a saludar la ovación. Inicia su faena Talavante con la mano que mejor domina. Los naturales son templados y de mano baja, las tandas se repiten una a una, siempre dando el medio pecho y toreando con suavidad y despaciosidad. Toreo profundo y con sentimiento. Se gusta en cada pase y da gusto verlo torear. Mata de una entera arriba y la plaza completa, que supo aquilatar en justa medida su labor, le pidieron la oreja que fue concedida. Su segundo descastado y sin clase, salió con bríos, pero con la cara alta y reservón. El toro no tiene un pase y el torero optó por abreviar. Esperemos mañana haya mejor suerte.

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