La vigesimonovena de la Feria de San isidro era la tarde de Manuel Jesús “El Cid”, la tarde de su apuesta, el encuentro de un torero con su destino, pero seis toros de Victorino Martin, descastados y mansos, se encargaron de tirar por la borda la ilusión de miles de aficionados y el sueño de un torero que hoy apostó y perdió.
Empezaba bien la tarde con un toro medio, noble, sin malas ideas con el que “El Cid” estuvo aseado y dejó una buena tanda con la izquierda. Con el segundo abrevió, un toro imposible, desclasado, soso y sin transmisión que nunca humilló, como toda la corrida. El tercero fue malo también, otro toro soso que no transmite, que va y viene sin decir nada. A partir de aquí todo fue cuesta arriba, el público se impacientó y el “El Cid” perdía la esperanza.
El cuarto un manso con peligro que puso en aprieto a los banderilleros. “El Cid” no le planta cara, rehuye la pelea y va por la espada. A la salida del quinto la bronca ya se había desatado, este era el toro que le gustaba al ganadero, pero fue otro manso infumable con complicaciones que también puso en aprieto a los banderilleros. “El Cid” lo intenta con desgano, se orienta por el derecho y abrevia el de Salteras. El que cerraba la tarde fue otro toro imposible, no la toma y cuando lo hace protesta y se revuelve. No había para más, la suerte estaba echada. “El Cid” abandona la plaza entre abucheos y almohadillas de una plaza que dos horas antes lo había ovacionado. Censurable la actitud del público que hoy de respetable tuvo poco.
Empezaba bien la tarde con un toro medio, noble, sin malas ideas con el que “El Cid” estuvo aseado y dejó una buena tanda con la izquierda. Con el segundo abrevió, un toro imposible, desclasado, soso y sin transmisión que nunca humilló, como toda la corrida. El tercero fue malo también, otro toro soso que no transmite, que va y viene sin decir nada. A partir de aquí todo fue cuesta arriba, el público se impacientó y el “El Cid” perdía la esperanza.
El cuarto un manso con peligro que puso en aprieto a los banderilleros. “El Cid” no le planta cara, rehuye la pelea y va por la espada. A la salida del quinto la bronca ya se había desatado, este era el toro que le gustaba al ganadero, pero fue otro manso infumable con complicaciones que también puso en aprieto a los banderilleros. “El Cid” lo intenta con desgano, se orienta por el derecho y abrevia el de Salteras. El que cerraba la tarde fue otro toro imposible, no la toma y cuando lo hace protesta y se revuelve. No había para más, la suerte estaba echada. “El Cid” abandona la plaza entre abucheos y almohadillas de una plaza que dos horas antes lo había ovacionado. Censurable la actitud del público que hoy de respetable tuvo poco.
Foto: Luís Sánchez Olmedo
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